Wednesday, December 13, 2006

¿QUIEN DA MAS? *




Es el slogan de los dos candidatos en la recta final de la carrera, previo a tomar el poder, ese vellocino de oro que será sacrificado en honor a sus egoísmos y sus carteras. Como en los tiempos oscuros del cavernícola Bucarán, que decía: “tú me das tu voto, yo te doy una escuela. Tú me das tu voto, yo te doy salud, trabajo…” hoy nuestros cándidos personajes nos ofrecen cambiar el mundo, pero a su favor.

Banca privada y empresarios se disputan a morir, no el sillón de Carondelet, para ello está Correa (Bucarán dormía en hotel cinco estrellas, pues –decía- que en el palacio de gobierno abundan los fantasmas, y yo le creo: el cardiólogo tiene la sombra más triste de cuantos he conocido), sino el control sobre los grandes negocios del estado: petróleo (sobre los US$ 50 el barril, algo insólito en nuestra economía, cuando hasta hace cinco años no llegaba ni a 7) y todas las actividades alrededor de él: construcción de refinerías, nuevos oleoductos, plantas de reserva, exploración, compra de derivados, adjudicación de nuevos campos, aseguradoras (que nunca asoman cuando hay accidentes); el control de las empresas de comunicaciones y electricidad, la AGD… e innumerables entes atrapados en las redes de la burocracia, la codicia de los grupos que los administran, sin derecho de inventario ni organización independiente que fiscalice sus actividades y, sobre todo, en la ignorancia y apatía de quienes en realidad son sus dueños: el sencillo ciudadano de a pie que se esfuerza cada día por llevar el pan a su casa y asustado debe hacerse a un lado para permitir que sus verdugos (mal llamados autoridades) se desplacen por las calles en autos de lujo, sin placas, con los vidrios ahumados, sirenas, luces, en medio de una caravana motorizada de policías abriendo camino a altas velocidades por la ciudad.

-¡Tú me das tu plata, yo te doy petroecuador. Tú me das tu plata, yo te doy EMETEL, la construcción de 300.000 viviendas, de las represas eléctricas. Yo convertiré en oro lo que toque, si tú me das tu plata!

Los dineros –entonces- fluyen hoy generosos a las cuentas de las candidaturas, lo que no ocurrió –en el caso Correa- durante la primera vuelta electoral, el mismo que, antes de vencer el plazo para la inscripción de las listas, cobraba US$ 100.000 por diputación: nadie quiso invertir tal cantidad para recibir un guachito del congreso nacional, y esperar el sorteo (tal es el modo de elección que hoy tenemos), y tuvo que ir sin candidatos a otras dignidades por la presidencia. No le fue mal, según se ve, y está a un paso de convertirse en el auténtico convidado de piedra en palacio. Un “cara dura”, como se dice en el sur, que puede ocupar la silla presidencial desde el próximo 15 de enero, la misma que su compadre, el tragafuegos Palacio, se la arrebató a Gutiérrez.

La realidad es que en nuestro mundo actual no basta tener buen verbo, las convicciones ideológicas naufragaron con sus barcos, tras la retirada humillante de los yankees de Vietnam, (de allí hasta la caída del muro de Berlín hubo una lenta -aunque dolorosa agonía de las tendencias de izquierda; lo de hoy son estertores apenas, una nostalgia defendida por dinosaurios que no supieron adaptarse a las nuevas condiciones de vida): hay que tener también una buena cantidad de dinero, contante y sonante para invertir –a tiempo- en negocios que pueden rentables, sin riesgo, sin mucho esfuerzo y en poco tiempo. Business on time, reza el logo de los ingleses de hoy, que vino a reemplazar a la romántica palabra: o’clok. Nada más exacto para denominar el movimiento de hoy y del que tampoco están desconectados nuestros empresarios criollos.

Ellos saben que invertir en este proyecto llamado Ecuador, nunca será un mal negocio; después de todo, ellos inventaron este país: (Simón Bolívar es su invento y toda ese culebrón de las guerras por la independencia –¿de quién y para quién?-, su amante Manuelita (tan nobles sentimientos), García Moreno, Jamil Mahuad, Alfredo Palacio: son todas historias escolares escritas por las clases dominantes para justificar su presencia en el tiempo; así como el viaje a la luna (1969), la victoria del ejército yankee en Afganistán o en Iraq.

Correa es el nuevo invento de tales grupos, a quienes lo único que les interesa es figurar en la lista de forbes: lo que les da status y felicidad; mas ello se consigue con millones de dólares en bancos extranjeros, no aquí. Son los nuevos príncipes azules -con sus campos petroleros, sus acciones en el Banco Mundial, en el Boston First Bank, en el City Bank; con sus visas siempre listas y sus mansiones en Miami, Francia o islas Canarias; dueños de la banca nacional (más bien, administradores de los ahorros del simple ciudadano), de los medios de comunicación; accionistas mayoritarios de las empresas que construyen nuestras carreteras, represas, aeropuertos. Con aviones privados, cuerpos de seguridad, personal de limpieza y, sobre todo, con un paisito lleno de súbditos que no se defienden, no gritan, no reaccionan y al contrario, los eligen una y otra vez como sus representantes.

Ellos son el poder tras el poder. Noboa es uno de ellos, y aunque como un niño caprichoso –típico hijo de ricos- se empeña en ser presidente de esta banana republic, no sufrirá tanto como Correa, de perder estas elecciones. Las vanidades del poder son breves y por tanto, intrascendentes, y eso lo sabe el cortapisos Palacio, que desde hace semanas no puede dormir en paz , atormentado con la idea de que pronto deberá empacar sus cachivaches y marcharse lejos, (volverá a las faldas del imperio, no en vano tiene su visa de residente allá), aunque ya nos dejó el mejor de sus legados para la historia: su fotito en la sala de presidentes, la sala de fantasmas que afortunadamente no está abierta a las visitas de las escuelas, porque sino las inocentes criaturas morirían con mal aire.

No es lo mismo forajidos que foragiles. Los primeros son quienes planearon la caída de Gutiérrez (el cuervo que ellos alimentaron y cuando éste aprendió a volar, les hizo la competencia en el robo descarado al país), y los segundos son quienes ejecutaron la caída. Noboa no pierde mucho sin la presidencia, total, todo quedará en familia: su esposa será la próxima presidenta del congreso y su bancada allí son mayoría. Ya los voceros de los partidos tradicionales –que perdieron las elecciones, mas no sus privilegios- han anunciado su apoyo a cualquiera de las dos facciones que resulte elegida el próximo domingo: les da igual, trabajarán unidos mientras el nuevo gobierno no atente contra sus negocios creados y consolidados durante estos 29 años de democracia; lo cual, por cierto, no va a suceder, porque Correa, que representa a la banca privada y al empresariado de la sierra, tiene demasiados compromisos adquiridos, debe tantos favores y millones gastados durante la campaña, que será difícil emprender algún cambio a fondo en asuntos de reforma política, del tribunal electoral, o económica; en cuanto a Noboa, que es un ejecutivo de alto vuelo y con magníficas relaciones internacionales, le conviene mantener la actual situación que nos ha llevado al paulatino empobrecimiento de la mayoría de ecuatorianos, y si hace algún cambio será epidérmico y orientado a sus intereses financieros.

A Correa, en caso de ganar, le esperan el título de presidente, los consabidos saludos del cuerpo diplomático, (pantomima pura), la satisfacción de asomar en las cámaras cada instante, las fiestas en palacio, los desplazamientos al extranjero, con don de mando apenas en el cuerpo policial y el ejército -igual nuestros verdugos-, mas no en los negocios lucrativos y en las decisiones gubernamentales, porque para ello están los que hoy ponen el dinero –billete sobre billete- para la campaña. Será como los miembros de la corona española: despojados ayer de todo su esplendor se la pasan de fiesta en fiesta, de posesión de un gobierno a otro, de encuentro en encuentro: son como las infaltables damitas que siempre adornan los eventos culturales o políticos; son los espacios comerciales de la televisión que mantienen distraída a la muchedumbre, mientras en los estudios se cambia de decorado y personajes; respetados, por cierto, pero carentes de poder. De ello goza hoy el incoloro Palacio, se siente realizado con llegar a un cantoncito a presidir sus fiestas, ¡y cómo sufrirá después del 15 de enero!

Doble B Bush, (¿será por lo de la reelección su nombre?) no solo que es multimillonario, después de todo, su enemistad con Bin Laden, no se debe a divergencias ideológicas, sino mas bien a una disputa exclusivamente de dominio, no siquiera político, aunque si geográfico entre transnacionales petroleras. No en vano fueron socios en tales negocios a nivel mundial: campos petroleros en Alaska, Texas, Kuwait, Emiratos Árabes…y aunque su amistad parece haber terminado, ello no afectó a la expansión de sus empresas: han crecido tanto, que ninguno de los dos sabe quién tiene más acciones en qué consorcio; por ello, cualquier decisión que el pequeño cowboy toma desde la casa blanca responde, primero, a los intereses de su gremio, y luego a otros sectores que están tras suyo, como los fabricantes de armas, la farmacéutica, la tecnología industrial, los exportadores que siempre buscan mercados nuevos para sus productos, las empresarios (ford, bill gates, forbes…) que han acumulado tanto dinero y necesitan ponerlo en movimiento; aún así, él tiene cierto margen de maniobra, de influencia y de decisión debido, más que a la magnificencia de su envestidura, a su independencia económica frente a los demás grupos en su gobierno. La disminución de las tasas de interés para la producción, es un ejemplo: en el 2003 la bajó al 2,5%, o la devaluación de la moneda con el objetivo de hacer más competentes las mercaderías de exportación. O su obsesión contra los emigrantes y la construcción de una nueva muralla china.

Igual sucedería, en nuestra aldea, con Noboa; mas con Correa será lo contrario. Y es que en la actualidad las decisiones las toman los grupos dominantes a través de sus títeres en el gobierno. ¿A quién le convenía tomarse el ente judicial, el tribunal electoral, la contraloría, la fiscalía en tiempos de Gutiérrez? ¿A quién responde un simple funcionario público, sin independencia económica y que más bien debe su puesto a su viejo servilismo con el patrono? Es conocido que los miembros de la actual corte de justicia fueron y son abogados defensores de muchos personajes que deambulan por las altas esferas de la administración pública. Jamil Mahuad cayó por sus muchos compromisos con diferentes grupos sociales: todos presionaron al unísono y el “armonioso” debió huir despavorido, lo mismo que el coronel: vestido de paisano, cubierto el rostro con pasamontañas y los pantalones mojados ante la furia de quienes le confiaron el voto.

Qué cambios esperaremos en el magisterio, si los maestros han condicionado su voto a Correa a cambio de que nada se toque allí, igual que con Gutiérrez, a quien en su momento se lo llegó a considerar el Chávez ecuatoriano por su discurso provocativo y de rompimiento con el sistema imperante. La educación, la penúltima en nivel de calidad a nivel Latinoamérica, superando sólo a Haití, se quedó en un simple cambio de nombre: hoy se dice primer nivel a lo que usualmente los mayores estábamos acostumbrados a nombrar jardín. O segundo nivel al primer grado. ¡Vaya reforma! En salud, igual que con Gutiérrez, los galenos hoy ofrecen su respaldo a Correa a cambio de mejores salarios (petición justa, por cierto) pero nada se habló de mejorar la infraestructura para ofrecer un mejor servicio a la ciudadanía: el abandono es tanto que en esta área no hay una simple jeringuilla o peor las dosis de vacunas necesarias para los niños; las famosas raciones alimenticias que rara vez se reparten en los hospitales son fruto de las donaciones internacionales, no del esfuerzo del presente gobierno, un profesional que ha traicionado su juramento de galeno. Con Petroecuador, la gallina de los huevos de oro de cualquier gobierno, es igual. Partidos de izquierda, ubicados así debido a la falta de imaginación: podrían llamarse del frente, de arriba, del costado, hasta comensales, hoy apoyan a Correa, tal es el caso de Pachakutik, los socialistas, infaltables a la hora del pastel, los ingenuos colegiales (a) (recuerdo un graffiti en una pared: tu primera vez, hazlo bien, vota por Gutiérrez). Y como dice el inmortal Julio Jaramillo en una de sus canciones, lo único que nos queda después del Barcelona, “la historia vuelve a repetirse”. Aquellos que votaron por el coronel lo harán con más entusiasmo por el profesor de economía, el mismo que, como en el cuento de la cenicienta, a partir del lunes puede convertirse en príncipe; lástima que el hechizo dura hasta la media noche, si antes su vicepresidente no le serrucha el piso; aunque como el coronel, hasta ello ya habrá robado lo suficiente.

Habéis visto la cantidad de carros de lujo que rodean al economista, la gente aniñada, la creme de la creme: bien comidos, buenos trajes comprados en Europa o en Miami, con gafas oscuras y las caras embadurnadas de protector solar, hablando todo el tiempo a sus teléfonos. Y no son cinco o diez los que acompañan en sus recorridos al coronel Correa, es un ejército de peces multicolores, que sudan perfume y se cambian de camiseta verde cada hora. Vedlos con sus relojes de marca, sus zapatos europeos, no los hecho en Pujilí, sus pantalones Ives sant Lorent, no los que se venden en Pelileo, sus celulares modernos. ¿con esta gente quiere correita, como lo nombra babosamente mi madre, transformar el Ecuador? Para entrar a la historia de los pueblos que son agradecidos con sus líderes, no al libro de los inventos, él debió haber renunciado de entrada a ellos y arrimarse, se que era posible si él no fuera tan vanidoso e impaciente, a la gente que castigó con su voto a los partidos tradicionales. Gandhi no se alió a la corona británica ni a sus lacayos -sultanes y reyezuelos de las diferentes regiones de la colonia llamada India, para dar cuerpo a sus convicciones: Se unió a su pueblo y con el vigor de tantas vidas juntas logró la emancipación; quedó en la memoria de los pueblos agradecidos, no solo por ello, sino también por su humildad y, sobre todo, su fidelidad a los principios que profesaba. Pero mezclar su nombre con los dos candidatos que se disputarán la presidencia el domingo, es manchar el prestigio de noble sabio hindú.

Y es que para gobernar no se necesita estar en el palacio, que en esa casa de fantasmas sólo duermen los payasos y almuerzan los bufones. Para las vanidades del poder están los embelequeros, los que buscan su mejor perfil para salir ante las cámaras, los que ostentan de medir 1,81 y dicen parecerse a superman. O al spiderman, los fantoches, los doble cara y por tanto, doble discurso. Mas para pagar a los 5.500 brigadistas que recorren el país reclutando adeptos a sus filas, para pagar la publicidad, poner los grupos de música, y demás gastos millonarios (hablamos de dólares, no de sucres o pesos) para ello están los invisibles, los que al contrario del presidente, odian comer en el palacio presidencial, no asisten a las aburridas paradas militares, a los infaltables brindis, a las misas; los que no asoman ante las cámaras y toman sus decisiones de negocios en un concurso de caballos árabes, en una cancha de tenis, en el sauna, en la boda de sus hijos, sellando así una alianza estratégica.

Qué podemos esperar, si Correa (forajidos y foragiles) o Noboa (¿se acuerdan del “eructo” del volcán Tungurahua?) llegan al poder, ganarán sus bolsillos, de ello no hay duda, pero a cambio de la miseria del 70% de la población ecuatoriana. Y es que la tan mentada transformación social (reducido a una simple frase: distribución equitativa de la riqueza nacional, justicia para todos) no vendrá desde las clases que siempre tienen la barriga y sus bolsillos llenos, nadie da algo hasta que alguien se lo quita, sino –justamente- desde aquella mayoría que siempre ha sido ignorada a la hora de la mesa. Y aquí no hay espacio para el optimismo. Los mismos que inventaron Gutiérrez y luego lo botaron de su silla, hacen hoy su experimento con Correa; el mismo que, si triunfa el próximo domingo, casi nada podrá hacer: sin diputados y, por tanto, sin mayoría en el congreso que de trámite a sus promesas de transformar el país, sin autoridades seccionales, lleno de compromisos con los gremios estatales que mantienen sumido al país en el subdesarrollo, prisionero de sus sponsores y de su doble discurso; aunque ya en Carondelet podrá deshacerse de uno: el ofrecido al pueblo, mas no del que ofertó a quienes hoy costean su candidatura.

En cuanto a Noboa, en caso de ganar, se que no variará mucho su postura. No será una lucha desde el gobierno por revertir el control de los entes estatales a su favor (Correa y la nueva camada de hienas, hambrientas de carroña y de teatro) hasta solidificarse y lograr competir de igual a igual con sus antecesores en el poder, sino una lucha encarnizada por seguir repartiéndose la riqueza nacional, reflejada, por cierto, en un gran movimiento de capitales de inversión. Los dólares inundarán el sistema económico ecuatoriano, pero será dinero volátil, como los famosos “capitales golondrinas”, que desaparecen pronto, sin dejar huella alguna de su paso por estas tierras tropicales. O sí: un país más pobre y más endeudado.
* Puesto en la red el 19 de Noviembre del 2006

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