Friday, December 8, 2006

PEDIDO DE RENUNCIA

*Puesto en la red en noviembre del 2005



Quito, 7 de Noviembre del 2005
Señor:
Alfredo Palacio
Ciudad.-

1


Señor Palacio, intento a través de esta carta, contribuir a la nación, a fin encontrar una salida a la oscuridad en la que usted nos ha sumergido de nuevo. En momentos como éstos, donde reina la desesperanza y el canibalismo, acciones de desprendimiento personal pueden evitar la destrucción acelerada del país. Esta puede ser su única, y tal vez definitiva oportunidad, para ingresar al salón de los varones sublimes, cuya inteligencia nos ha guiado a través de siglos. Las vanidades del poder son pasajeras y ello ya lo pudo comprobar con su binomio presidencial. Usted entró al palacio de gobierno, no siquiera por la ventana, sino por la cochera; no de la mano del pueblo un día de fiesta democrática, sino una noche trágica para la nación, con la complicidad de los militares, a la madrugada, luego de retirarse la multitud que, horas antes impidió su posesión en ese mismo edificio, aun a costa de lincharle como a cualquier delincuente sorprendido en pleno robo; acción suicida que fue evitada gracias a la buena maniobra de su chofer.

Admiro a las personas con carácter y albedrío, que tomaron decisiones en el instante y espacio oportuno, aunque su obrar no siempre haya sido el correcto. Vicente Rocafuerte fue ejemplo de estadista, a quien no le temblaba la boca para dictar una orden ni le asustó el arma, cuando fue amenazado de muerte por llevar a cabo las reformas de la nación. García Moreno no renunció, pese a las advertencias de sus enemigos, a su paseo luego de la misa de cinco, y cayó abatido al pie del edificio que él mismo renovó, adecuó y cuidaba como propio. Cuentan los cronistas que en sus labios no hubo quejas ni muestras de dolor después de recibir los machetazos –obra de Faustino Rayo-, y pidió más bien que le lleven al interior del palacio de gobierno, síntesis de su lucha por el poder, para morir en paz sobre su cama, ¡la misma que días atrás compró a su asesino!

“No salga”, -le rogaban los montoneros, mulatos, indios de pie al suelo, a Eloy Alfaro- “la turba se ha amotinado. Lo acusan de ser el anticristo”. Pero él les respondió: “Obré de acuerdo a mis convicciones y en nada me arrepiento de ellas”. Y salió a la calle para encontrarse con su muerte. Para entrar en la historia.

¿En cuál de estos tres ejemplos se ubica, señor Palacio? Usted que ni bien asumió el mando del país, lo primero que hizo fue mandar a distribuir su retrato en todas las instituciones públicas. ¿Se siente realizado al ver su imagen en el salón de los presidentes, junto al dictócrata, al contador de cachos, al armonioso, al cinturita mágica, al director de circo, al nariz de tiza, al león sin dientes? ¿En ello se resumen –acaso- sus ambiciones personales? ¿Quiere dejarnos su foto para que las demás generaciones se encarguen de realzar su figura hasta la inmortalidad? Aunque para ingresar a tal museo (cuyas habitaciones tienen siempre mal olor), ninguno de ellos debió esforzarse mucho. Cuando no hay sangre en la cara, lo que sea.

Usted no fue elegido en las urnas para ser nuestro gobernante; entró de relleno en la lista del coronel, cuando la contienda electoral hace mucho que había despegado. Al principio, nadie creía en los dos, y mire como son los golpes de suerte: al subir los dinosaurios otra vez a la palestra, pensando que sin ellos no puede haber ni país ni elecciones, los ciudadanos decidieron vengarse de ellos, eligiendo al ex militar, por sus cualidades de golpista, para ocupar el sillón presidencial durante cuatro años. Si usted hubiera terciado en la lid como candidato independiente, señor Palacio, no habría llegado a ser alcalde ni siquiera del modesto cantón Salitre, así de simple. ¿Cuales son sus meritos, entonces, para estar hoy al frente del gobierno?

Los grupos de poder, luego de ser castigados en las urnas, necesitaban un personaje -endeble y, por tanto, manejable- para seguir dominando al Ecuador; por ello se mantuvo usted con perfil bajo durante los meses de mandato del coronel. La sumisión dentro de las logias siempre tiene su recompensa. ¿Qué atribución tenían ellos, un congreso nacional tan deslegitimado, como el propio dictador y su binomio, para declarar cesante el cargo de presidente, cuando él en ningún momento renunció, sino más bien que, atrincherándose en el palacio, sitió éste con grandes barricadas de alambres, bombas lacrimógenas y hombres con la orden de disparar? ¿Por qué le retiraron el apoyo las fuerzas armadas, faltando a su deber establecido dentro de la constitución? Si usted no tuviera cómplices, no estaría hoy en el cargo, ostentando –con satisfacción- la banda presidencial en cada evento; sobre todo castrense y policiales, donde muestra toda la magnificencia de su poder a los más débiles.

Tuvo la sandez de decirnos en su primera rueda de prensa, a las 21:30, de aquel 20 de abril, seguro y ya recuperado del susto en CIESPAL, ¡que usted era nuestra única opción en esos instantes! Como afirmando: me aceptan o se joden. El mismo pensamiento de su gran amigo, cliente de su clínica (en casos de emergencia mientras llega a Miami), el sobreviviente de Taura y de toda esa sarta de serviciales e incondicionales amigos suyos que comen en palacio. Eso es despotismo. Los hombres tienen para cada época un gobierno de acuerdo a sus expectativas. ¿Es su gobierno el que nos merecemos?

Su designación es viciosa y, por tanto, inconstituyente. No olvidemos tampoco que su candidatura estuvo salpicada con sospechas de haber recibido apoyo del narcotráfico. ¿No es su amigo, acaso, el ex-gobernador de Manabí, el señor César Fernández, el principal implicado en este caso, dueño de la avioneta en la que ustedes se movilizaron durante la campaña, y asiduo comensal en Carondelet en los primeros meses de gobierno gutierrista? Hoy nadie dice algo de aquello, ninguna investigación avanzó a fondo. Algunos testigos claves fueron silenciados, muchos sobornados, otros guardan prisión, mas por falta de tribunales de justicia, que por delitos comprobados. ¿No recibió su binomio afiches y dinero del partido laboral de Méjico, delito penado con la destitución del cargo para el que fueren elegidos, de acuerdo a nuestra chaupi constitución? ¿Por qué no habla, suda y se agita ahora el bachiller, que tantas pruebas reunió para mostrar las irregularidades de Gutiérrez? La evasión de impuestos en el ingreso de tales hojas de campaña, la alteración de valores para el pago de aranceles, la falsificación de firmas en tales facturas, la desaparición -posterior- de documentos de los archivos de las aduanas (éstos son algunos botones para añadir a su cinta presidencial); mas, los detractores de entonces, hoy que son gobierno dejan a un lado sus denuncias y esconden -no destruyen- las pruebas. Desde aquellos días, señor Palacio, ya soñaba con asumir la presidencia en caso de destitución de Lucio; pero la constitución es clara: usted fue binomio con él y por consiguiente, de haber prosperado cualquier investigación y de confirmarse tales irregularidades, los dos debieron ser destituidos de sus cargos y enviados a la cárcel. Y ¿qué paso con los aportes a la campaña presidencial, los cheques que no fueron debidamente justificados ni tampoco incluidos en la declaración de aportes para el tribunal electoral? Para ser nuestro gobernante, usted debió obrar primero con el ejemplo.

Hace quince años, en Suiza, la primera representante del gobierno, Elizabet Koop, estuvo en prisión. El asunto fue que su esposo, no ella, fue acusado de tener vínculos con el narcotráfico: él había comprado una fabrica que producía repuestos para aviones, sin sospechar siquiera que su dueño mantenía relaciones comerciales con los zares de la droga en Italia y Colombia. Un buen día, los fiscales, como solo allí puede suceder, acorralaron al empresario, pese a pertenecer a una de las más poderosas –en cuanto a fortunas- e influyentes –en el ámbito de la política- familias de aquella región helvética. La bomba estalló, y la jefe del gobierno suizo, en la cúspide de su carrera, siguió al esposo en la caída: renunció, pese al apoyo y aceptación de su labor en la mayoría de los ciudadanos. Días después -no siglos, que es decir nunca en nuestros lares-, concluyeron las investigaciones y se comprobó que ella no tuvo relación alguna con el narcotráfico; aunque, semanas antes de ser elegida para la máxima representación del estado, ya fue advertida de los problemas de su esposo; lo cual por cierto, ella trató de minimizarlos desde el poder. ¿Cuál fue entonces su error? El intentar ocultar a los fiscales los negocios de su compañero. Y era lógico, si él no supo qué compraba, al enterarse de la magnitud, no podía ser su esposa justo la primera persona en delatarlo; los dos –por consiguiente- fueron a prisión. Así obra la justicia en otros países.

2


¡La pasión por el poder! Estos reyezuelos del siglo XXI, inquisidores de la miseria que a su paso exigen pleitesía y solo alcanzan a mirar hasta el fondo de sus bolsillos. ¿Como pueden comer bien, beber el mejor wisky, legislar pensando en sus negocios apenas y no en el pueblo que los eligió como guías y hermanos mayores?

Nos hemos acostumbrado a la miseria, como si fuera ésta una ley natural de pueblos derrotados y sin futuro; mientras ellos manejan la nación con alevosía, tal si fuera su patrimonio personal; buscan en los libros algún antecedente histórico del lado de los vencedores, hablan de pureza de sangre en un país de longos, discuten de linajes, de sectas, de buenos negocios sobre un montón de huesos. Piensan que el poder es un mandato divino, convencidos –como Bush- que gobernar es castigar al ser humano y por ello se esfuerzan en mantener a su pueblo sometido en la ignorancia, en la confusión, porque mientras ello suceda, mas tiempo estarán en sus sillas; porque nuestro silencio e inmovilidad les asegura cien años mas de gobierno sin que las aguas de la justicia se agiten, y cuando ello sucede, buscan otro hombre –manejable y bien parecido- para que luche por sus intereses.

Aquellos bebedores de sangre no se reparten despojos, no. Se arrastran a oscuras sobre el estiércol, seguidos por la servidumbre, para repartirse la nación. El gobierno se lo pasan de mano en mano dentro de un mismo clan, de una misma logia. Han sido siglos en los que nuestra patria ha perdido horizonte, mientras ellos han engordado sus traseros y sus bolsillos. Y a pesar de ello, seguirán presentándose como candidatos, convencidos que después de ellos es el diluvio, ¡cuando el diluvio son ellos mismos! Creen que nuestro país es su propiedad, que debe ser administrada a su criterio y entregado en una notaria a sus hijos y demás parientes. Todos tienen su oportunidad e ingresan de poco en el campo de los negocios: hoy, con veinte años y un salario de congresista, es nuestro representante comercial en EE.UU., mañana será del gerente de petroecuador: el puesto mas codiciado por todos, antes que un ministerio conflictivo y de pobres, como es el de salud o educación.

Los pueblos que no tienen memoria estarán sometidos siempre a los caprichos de los tiranos. ¿Conocen ellos la tranquilidad de volver a casa y, con una sonrisa, dar gracias a la vida por llevar de manera honrada y con esfuerzo el pan a su familia, sentarse a la mesa y comer con satisfacción sabiendo que acaban de vender su voto por una embajada, por una vocalía en el tribunal de justicia para el yerno? ¿Pueden ellos dar el beso a sus hijos antes de ir a dormir, tomarles en sus brazos para cantarles una canción de cuna, sin dejar de pensar en la destrucción causada a sus años de gobierno, en que han empeñado el futuro, aunque no de su prole, mas sí de quienes les confiaron sus votos? ¿Podéis hacer el amor a vuestras mujeres sin tener que ocultar los negocios turbios que habéis cerrado con el enemigo a fin de manteneros en el poder? ¡Claro, contestan en coro, no ves como estamos encima y lo disfrutamos! Y es que la vergüenza solo se siente en el alma.

Los hombres que transformaron la historia y contribuyeron para el engrandecimiento de la humanidad tuvieron oficio. Lincon fue carpintero. Whitman un constructor de casas. ¿Qué oficio tienen los que hoy nos gobiernan? ¿Absolvieron a cabalidad sus estudios, consiguieron sus títulos arrastrando materias, o lo que es peor: amenazando con un arma a sus profesores? Una cantante, una ex reina, guapa sí, pero demasiado vieja de pensamiento; un comentarista deportivo, buen puñete y con pistola al cinto (personificación de su maestro), un bailarín de ula-ula, un imitador de los iracundos, un contador de cachos, un felino que fuma, un sastre y su tiza, un cachorro de lobo, el armonioso y sus verdugos, el coronel y su cardiólogo...hay tantos especimenes en nuestra jungla ecuatorial, mas ninguno de ellos podrá decir, como Arístides en la antigua Grecia: “Serví a mi pueblo y hoy puedo ir al exilio sin sentir remordimiento alguno”. Pues él, al igual que Temistocles, elegidos por los atenienses, entraron pobres al gobierno y cuando abandonaron sus cargos, salieron más pobres todavía. Por ello su pueblo los inmortalizó y los recuerda siempre, treinta siglos mas tarde, con gratitud y respeto.

Vejez es recogimiento espiritual, es haber sembrado con alegría y tenerla satisfacción de recoger buenos frutos. Es lo contrario de aquel diputado que no asiste al congreso más que una vez al año para hacer supuestas denuncias en contra de sus rivales políticos de turno. Y estos mismos argumentos sirven para que los jueces, elegidos por él, den el caso por cierto y lo juzguen con asombrosa rapidez. Y no hay peores enemigos nuestros que los medios de comunicación: el anciano es un personaje infaltable del jet set criollo. El comercio hace un reportaje en página principal sobre penurias de éste para llegar a Quito, nos informa de cuanto le afecta la altura de la ciudad y cómo ello altera su presión; sin embargo, refuerza el periódico, él tiene todo bajo control desde Guayaquil. Sus colegas le comunican por celular los asuntos que se tratan en el congreso, siempre le piden su parecer e incluso decide temas trascendentales para el estado (?), como botar a Gutiérrez, (cuando ya no le servia), mandar preso al cachista Noboa, (no olvida que una vez le dijo: viejito mentiroso), ver cuándo mismo envían al penal al periodista que se atrevió a insinuar algo en contra suyo. Este personaje siniestro es el que da su aprobación -por teléfono, se entiende- para el aumento de sueldos en el congreso, los incrementos de los gastos de representación, viáticos, bonos. ¿Trabajó él alguna vez para el bien de la comunidad? ¿Cuál de todas sus obras merecen rescatarse? ¿Sus años de destrucción mientras fue gobernante? ¿La AGD? ¿La asamblea constituyente anterior? ¿El matrimonio at natura con su eterno enemigo naranja? Si esta enfermo, ¿no debe irse a casa a preparar su espíritu y dejar que el Ecuador se enrumbe de nuevo?

Cuando a Grant se le preguntó, luego de terminar su gobierno, si estaba dispuesto a ser candidato de nuevo o por lo menos a opinar alguna vez sobre política, el respondió: Hice y dije lo que debí en el momento oportuno. Hoy me retiro para no interferir en el curso de mis obras. Hombre sabio y prudente, con visión de país y genio de estadista. Aquí se conoce a los personajes que entran en la historia por la puerta grande de manos del pueblo. Las obras cumplidas son de doble gozo: del que las realiza, y del que las recibe. La gratitud será la mejor recompensa para el ciudadano que ha servido con empeño a su comunidad, y se traslucirá en el caminar relajado por la calle, sintiendo la admiración de su gente. El mal político, el traidor que tuvo en sus manos la oportunidad de transformar un pueblo para mejor, y no lo hizo, en cambio, va al aeropuerto en coche a prueba de balas, en medio de una caravana de autos, temiendo solo lo peor. Llega a Quito, e igual se moviliza hasta el congreso para escupir su bilis, rodeado de guarda espaldas, comensales, chupamedias, ponealfombras y más discípulos de su escuela. Y así como viene, se va a seguir madurando su veneno para arrojarlo -luego- con ventilador desde su casa. Ello es no tener la conciencia tranquila, es saber que el pueblo le odia, y trabajar -sin embargo- en contra de él.

¿Saben esas manos cubiertas con crema lo que es tomar el martillo para moldear el hierro? El tirano, aunque no esta en el poder, demanda tributo a su persona, ordena la cárcel o la muerte de todo aquel que contradiga su voluntad o que se atreve a intervenir en sus negocios. Con espíritu medieval, cree estar en su hacienda y que los ciudadanos tienen la obligación de engordar sus caballos de raza. Provoca odio, no admiración; imprime terror, no respeto; no es el anciano en quien admiramos sus canas, es el locuaz arquitecto de nuestra desgracia durante los últimos treinta años, y Palacio es su instrumento ahora.

Cuánto les habrá dolido a los ex lideres de la Europa comunista ver como la masa enardecida tumbaba sus estatuas, mandadas a esculpir en mármol para perpetuarse en la memoria del pueblo, sin merecerlo; mas sus habitantes las derrocó y en una cacería de brujas los persiguió hasta dar con ellos en las frías paredes de la cárcel. Así terminaron los socialistas europeos; aquí en cambio fueron a parar en el gobierno del cardiólogo, ¡de manos de la propia derecha! País de ripley y de habitantes con mentes frágiles.

Tratar de ingresar a la historia por el pago al artista, como sucedió en el municipio de Guayaquil, es anticiparse al juzgamiento de ella: ninguno de los dos –artista y mecenas- será merecedor de mayor gloria, pues al llegar un nuevo partido político al poder, éste botara definitivamente tal obra a la basura. La fortaleza de los grandes hombres fue su humildad, cumplieron e hicieron cumplir las leyes de sus pueblos, respetaron sus costumbres. Conocían la palabra orgullo pero también desprendimiento para trabajar por su gente. Los nombres de quienes fundamentaban sus gobiernos sobre bases de solidaridad van pasando de siglo en siglo para ejemplo de las demás generaciones. “Por sus obras los conoceréis”, repetía el serrucho blasco la sentencia de Cristo, cuando se le pedía nombres en sus acusaciones, durante su periodo de vicepresidente. Nosotros sabemos bien quienes son los causantes de nuestra debacle, los tenemos bien ubicados; mas, ay, ¡y he aquí que me rasgo mi calva, el pueblo seguirá premiándoles con sus votos!

3


Señor Palacio, la responsabilidad de tener las riendas del estado consigo es tal que no admite una equivocación más de su parte, so pena de correr la misma suerte de su binomio. Aunque la carga sea pesada en sus frágiles hombros, tome el mundo con sus manos y atrévase a cruzar los mares a fin de escribir su propia página en la historia, convencido de que ello será su mejor herencia para el futuro. Es su última ocasión: está en su albedrío cambiar los destinos del Ecuador, o dejar que éste se hunda en la barbarie a costa de saciar su vanidad personal.

No dilate el tiempo tratando de llenar su mandato con mensajes contradictorios a la nación. Usted, hombre cauto, aunque ingenuo, no cometa los errores de su amigo el coronel. No alargue más el encierro de éste en prisión, puesto que no puede darse juicio alguno contra él en las circunstancias actuales, cuando no existe una corte de justicia (legítima) que pueda juzgarlo. Acusarle de sedición suena en la ciudadanía a miedo de su parte, no siquiera a venganza. No levante cadáveres en descomposición, a riesgo de ser enterrado luego por ellos. A nuestra gente le gusta la imagen del cristo crucificado, el ex militar juega a eso, y créame, de terciar en las próximas elecciones, hasta pudiera arrebatarle su silla. El gobierno no puede intervenir en los tribunales de justicia, pero lo está haciendo y se ha convertido en instrumento de venganzas ajenas, mientras que, en sus días de vicepresidente, no dijo una palabra frente a los atropellos de éste. Qué errado estuvo usted al buscar el apoyo de los dinosaurios para compartir las delicias del poder, cuando lo coherente habría sido -y aún es posible, al filo de la navaja y del abismo- emprender una gran cruzada para conseguir el apoyo ciudadano.

Tal vez no le dijeron, pero la noche del 20 de abril, en pueblitos como Cañar, el Puyo, se reunieron muchas personas en los parques para protestar, llenos de rabia, por la destitución del coronel; yo vi llorar –inclusive- a mujeres junto a sus niños; esto, por cierto, no es digno de ser tomado en cuenta por los medios, cuyos dueños son los mismos personajes oscuros detrás de su gobierno. Al volver del exilio, se hicieron encuestas en varias emisoras preguntado su nivel de aceptación en Ibarra, en Latacunga, por ejemplo. ¿Cuál fue el resultado? De 70 llamadas en un lapso de 90 minutos, 66 pidieron que se le restituya la presidencia al coronel. ¿Sabe por qué? Los ciudadanos (a) están convencidos de que él fue el único que tuvo la hombría de haberse enfrentado al anciano con nombre de gato feroz; para ellos está claro: él botó a Gutiérrez de la presidencia, (usted es -según los encuestados- un apéndice de éste, y ninguno confía en su palabra). Además, para admiración suya y mía, ellos juraban dar otra vez el voto al cachetón, para -en el segundo mandato, añadían exaltados- enviar definitivamente a la cárcel al felino. Si cree que yo estoy inventando, averigüe en Tulcán, en Portoviejo. Los pueblos son culpables de sus propias desgracias.

No podemos inventar un gobierno, porque cada nación tiene sus ideales y debe seguir su camino. Todos los acontecimientos están unidos entre sí, no hay acción -por mínima- que sea que esté aislada. Lo paradójico en nosotros es que -luego de tantos tropezones- aún no hemos aprendido a distinguir nuestros enemigos, ni sabemos hacia dónde mismo vamos. Su gobierno, señor Palacio, es frágil y precario. Funge ser prudente y cuerdo, cuando en realidad es débil en medio de la tormenta; mas no así los tenedores de nuestra deuda o los capitales de inversión: éstos son tiempos de buenos negocios.

Yo también fui parte del movimiento que ayudó a derrocar a Gutiérrez, para poner a su binomio en el sillón presidencial, y no comprendí sino después que a un gobierno sólo lo pone o lo retira el pueblo, los de a pie, como decía Gaitan, y no un grupo de forajidos y legisladores, con apoyo de militares y policías.

¿A quiénes se están adjudicando los pozos petroleros recientes, cuál es su valor real, cuántos mismos tenemos en etapa de exploración, en producción, cuál es su capacidad real y su exacta ubicación? ¿En dónde reposan los dineros que sostienen la dolarización? Si los guarda el banco central, como se nos miente, ¿por qué Gutiérrez mandó un avión a EE.UU. para traer los US$ 300 millones que salvaron de una inminente quiebra del banco del Pichincha? Los bancos toman los dineros del IESS y lucran de tales capitales con las tasas más altas del mercado. ¿Quiénes autorizan tales acciones y cuánto perciben de “comisión”? ¿Por qué no se hace una auditoria para saber en qué se invirtieron los US$ 3.500 millones que el SRI recaudó el año pasado, por contribuciones de los más débiles, mas no de las grandes empresas? ¿A qué ministerio van a parar los US$ 2.000 de aduanas? ¿En qué se invierten los 2.000 millones de dólares que el estado recauda por cobro de multas e infracciones en sus diferentes dependencias? ¿Quién maneja el fondo de los 300.000 ecuatorianos que pagamos la tasa portuaria en los aeropuertos? ¿Quiénes están detrás de la construcción del nuevo aeropuerto de Quito, que se supone debe ser con proyección y no hacer otro, mas pequeño -inclusive- que el actual? ¿En qué bolsillos terminan los dineros del ciudadano que sale en libertad bajo fianza; el mismo que, ya que va a prisión o es absuelto, nunca más lo recibe de nuevo? ¿Cuál gobernante pedirá cuentas –al fin- de los ingresos y gastos de los negocios administrados por Petroecuador? Podemos enumerar un libro grueso de instituciones y dependencias que manejan nuestros dineros a su antojo y nunca obtendremos respuesta del régimen de turno; quienes entran gordos al poder y salen obesos de él. Solo a Arístides tuvo el pueblo que erigirle una tumba con lápida de mármol en la que constaba: Aquí reposa un ciudadano griego. Sus obras nos alumbrarán por siglos. Y fueron los mismos atenienses quienes, agradecidos por las enseñanzas de humildad y honradez recibidas en el ejercicio del mandato, al ver la miseria en la que dejó a su familia, hicieron casar a la hija de éste con un noble, dándole como dote cincuenta minas de plata; a su hijo -en cambio- le entregaron extensas regiones de tierra para la siembra; mas éstos son ejemplos apenas que nunca llegaron a las orejas de nuestros verdugos. Hoy nos damos cuenta por qué se arma tanto barullo dentro del gobierno.

¿Con quienes está, señor Palacio, con los sátrapas, los opresores de nuestro país, con los cuervos que hemos engendrado en los cuarteles, y quienes al menor descuido nos sacan los ojos, o con el pueblo que soporta su vanidad -humana, por cierto- de envestirse de poder, cuando en medio de la polvareda originada con sus indecisiones, invoca la reforma del estado, promesa y plataforma de lucha del mismo Gutiérrez? Proponga una idea original suya y le seguiremos. Mas usted ni es blanco ni es negro. ¡Ah, y cómo irrita en el horizonte la visión de colores tenues, opacos y sin vida! “No hay religión más grande que la verdad”, clamaba Gandhi desde el inicio de su lucha para liberar a su nación, más que del imperio inglés, de la miseria e ignorancia que provoca la injusticia. ¿Planea alargar su periodo bajo la premisa de los antiguos romanos: divide e impera? Así paga el demonio a sus devotos los favores recibidos; sin ellos -por cierto- no disfrutaría hoy de exigir al cocinero de Carondelet la preparación de su plato predilecto, el mejor de los vinos, la mesa servida con su toque personal para recibir, no al anciano, sino más bien a un personaje extravagante en la jungla ecuatorial: la mensajera del imperio; la misma que meses atrás fue la primera en visitarle para dar su aprobación y el manual de comportamiento que usted debe seguir si quiere conservar su puesto. Las fotos en los periódicos del siguiente día mostraban a un Palacio revitalizado y desafiante: fue lo mejor que le pudo suceder en sus años de viejo zorro de la política nacional; cumplió -al fin- su deseo más oculto desde los convulsionados meses del coronel: ser el capataz de nuestra banana republic; aunque bien sabemos que un capataz tiene también su patrón, a quien guarda veneración y respeto.

Hoy nos quiere convencer que una nueva constituyente nos sacará de los apuros provocados por su ineficiencia, falta de tino y cálculo. Debió dar el golpe cuando ese grupo de ex forajidos así lo exigieron: “¡Disuelva el congreso!”, le exigían como condición para dejarle abandonar CIESPAL e ir a posesionarse en el edificio de la Plaza Grande. No estuvo en ese grupo de políticos improvisados la facultad de cambiar, exigir, o negociar algo. Ni siquiera el locutor, que tanto llamó a la sublevación, pero que, llegado el momento, eligió cuidar su calva tras los gruesos barrotes de su oficina, en vez de convertir en hechos su discurso malcriado y prepotente ante el micrófono. Ni siquiera él aprobaba la acción de tenerle prisionero a usted. ¿Qué supo él lo que a ese puñado de jóvenes les ocurría adentro, con las ropas mojadas, cansados luego de participar en las jornadas de protesta del 20 de abril y con el miedo a la represión de la fuerza publica, para que se atreva a gritarles desde la radio vándalos, delincuentes? Al escuchar ellos estas palabras, debieron darse cuenta con quienes estaba el actor de paco-tilla y comprender qué mismo significaban sus vidas en ese tramado de marionetas. Si nadie les apoyaba, de prolongarse el cautiverio, hubiesen terminado con sus cueros llenos de balas. Luego de algunas semanas de abril, se filtraron informes de que, ante las súplicas lastimeras -vía celular- de Palacio a los militares, policías, congresistas y cuantos más apoyaron su nombramiento, (entre ellos al locutor) se barajó la idea de rescatarle con la acción directa de un grupo especial de asalto; aunque ello resultara demasiado riesgoso, porque éstos hombres no iban justamente a jugar a las guerritas, sino que -como misión- utilizarían cualquier medio hasta alcanzar el objetivo: idea que no prospero, por cuanto los mismos jóvenes ayudaron a escapar al vicepresidente para evitar que la muchedumbre en los alrededores del edificio haga de él una pira humana. La emisora –por su parte- recibió y tiene buenos contratos en cuñas publicitarias, desde petroecuador, los gobiernos de turno; las transnacionales, como occidental; el municipio de Quito, hasta ecologistas, grupos de derechos humanos y más movimientos seudo progresistas. ¿A quiénes defendían ellos cuando atacaban a Mahuad, a Bucarán, a Gutiérrez? Cuidaban sus bolsillos. La actual constitución, la que se remendó en un laboratorio que debió pertenecer a un nieto de Frankistein, durante los trágicos años de Alarcón, esconde también su huella. ¿De dónde provienen sus fondos para estar siempre en contra de alguien y no endurecer sus manos con el uso constante de una herramienta? Sólo sé que tienen sus barrigas llenas y visten con ropas de marca, a diferencia del traga-cuchillos o del que vomita fuego junto a los semáforos de la calle.

No tomó esa decisión -el cardiólogo- en el momento oportuno y hoy esa serpiente, que no ve y se arrastra con el sonido del poder, como es el congreso, no sólo se ha recuperado, sino que hasta impone las reglas de juego. A ellos y a muchos de sus secuaces, les conviene tener un capataz que azota a los peones, mientras sus padrinos cierran espléndidos negocios. Él fue elegido para continuar la obra dejada por el que en abril descartaron del mando: vender la patria; no siquiera al mejor postor, sino más bien a todos quienes apoyen para seguir cada cual en sus sillones. No tiene la alevosía del anciano con nombre de animal feroz, carece de habilidad con el ula-ula, no puede cantar el rock de la prisión y es demasiado aburrido como para contar cachos; pero esta allí, con las riendas del poder en sus manos, agarrado fuertemente a su podio, como sanguijuela en la piel de los animales.

El profesor de harward aprovecho las erupciones de los volcanes para mantenernos distraídos. Baños, mi ciudad, estuvo acostumbrada a estos fenómenos a través de los siglos; más cuando el presidente se sintió acorralado por la oposición y el secreto de los millonarios aportes de la banca nacional a su campaña estuvieron cerca de la verdad, él ordenó al ejército evacuar por la fuerza a sus habitantes, hasta dejar un pueblo fantasma tras ellos. Summa sumarum: las ínfulas de gobernantes los vuelve sanguinarios, prepotentes con el mismo pueblo que confió en ellos. ¡Y miren que con esa carita de pan nos puso a todos en su cartera para elegirle presidente! Bucarán, en cambio, nos tuvo embelezados con la zapada, la guatita, las canciones pica piedra. Con tal espécimen y show en el escenario no hubo tiempo de aburrirnos ni de preocuparnos de otros asuntos. Por aquella época, recuerdo que en Dinamarca se extendió el rumor entre los intelectuales de que en algún lugar de Sudamérica fue elegido como presidente el dueño de un circo.

¡Y usted intenta hoy distraernos con una asamblea! El coronel sonríe desde el penal. Ha abierto un nuevo foco de atención que crea apenas expectativas, cuya trama se desvanecerá pronto para paso a otra, cuando tiene la obligación de respetar el mandato de su gente, oír, aprender a ser gobernante de un pueblo esplendoroso, no el rey de la miseria; debe hacer y decir lo oportuno, lo justo y luego irse a casa con la satisfacción de la tarea cumplida. No olvide que su puesto allí es resultado de la irresponsabilidad ciudadana al creer en las promesas de su binomio, no suyas; porque usted junto a él no era ni frío ni calor, sino un nombre de adorno para conquistar el voto de la clase de gente que acude a su clínica privada, y a la que no ingresan clientes pobres como el 80% de ecuatorianos.

4


Por las circunstancias que he descrito arriba, como uno más de los ciudadanos que cree en nuestra nación y no la hemos abandonado, tal vez porque somos más fuertes; en nombre de los que guardan silencio y no se defienden, no porque estén de acuerdo, sino porque no conocen otra forma de vida; de los que perdieron su fe en el futuro, de los que no creen que otro mundo, más justo y más solidario, es posible; de los que aceptan la miseria como un castigo divino, de los que se refugian en otros paraísos y no anidan sino odio en sus corazones, de los que no pudieron más e iniciaron el suicidio, de los que abren los ojos y observan el horizonte con desprecio, de los que reniegan estar vivos y son demasiado tímidos como para cortarse las venas: le pido, señor Palacio, que ponga su mandato a disposición del pueblo.

Ya fue suficiente de esperar, necesitamos cambios ahora. No es necesario ser economista o un vidente para saber lo que se nos avecina, sino se toma las correcciones debidas, hoy que estamos al borde del precipicio; no luego, cuando ya nada ni nadie pueda detener nuestra caída. Recuerde las imágenes de la reciente crisis argentina, sus escenas de vandalismo propiciada por masas hambrientas, sin esperanza que saqueaban los supermercados y almacenes de Buenos Aires; grupos de adolescentes armados y mendigos se disputaban el control de las calles en busca de sangre y de comida; las mujeres jóvenes fueron reclutadas por traficantes de blancas para los burdeles de Ipanema, Sao Paulo, Tokio, Ámsterdam. Muchos niños desparecieron de sus hogares y nunca más asomarían, a no ser uno que otro vestigio -de casualidad- en los grandes basureros de la metrópoli, -aunque sin sus órganos principales. Los hombres, como en los tiempos de Allende, compraban una cuchara de aceite para freír un huevo, sacaban un par de zapatos a crédito y no lo terminaban de pagar siquiera, cuando ya éstos eran inservibles. Se hicieron largas colas para adquirir harina, no circulaba dinero, o se iba, igual que en Perú -durante los años de Alan García-, con sacos de billetes para adquirir un kilo de carne, si es que sobraba en el mercado.

Usted podrá decir que estas escenas fueron sacadas de la imaginación de algún autor decadente. No, señor. Mis años en el mundo me han permitido ver mucho más que ello y puedo tener la terrible sensación de que hacia allá vamos, sino evitamos antes el descarrilamiento del tren en el que viajamos los ecuatorianos. ¿Cree que esas imágenes son propias de otros lugares? En Haití, sus gobernantes de turno impusieron regimenes de terror para saquear los bienes públicos; inclusive Vargas, en quien hace 17 años la población puso sus esperanzas para que vuelva realidad su discurso fogoso e irreverente desde la oposición, debió huir –protegido por el ejército y marines norteamericanos, como Gutiérrez de aquí, no siquiera acosado por sus carnívoros enemigos de la política, ¡sino por un ejército de hambrientos que saqueaban y orinaban en todos los sitios y obras que su mismo presidente había tocado o edificado! No olvidemos Nepal, Burma, Camboya, la mayoría de naciones en el continente africano, las fabelas de Río de Janeiro y más ciudades cariocas; los gamines de Colombia, quienes, de acuerdo al ultimo censo, son más de 100.000: un ejército de infantes vagando por las calles, con extraños oficios para sobrevivir: mulas, intermediarios, consumidores y habitantes de extraños paraísos que provocan la base de cocaína, el extracto de amapola y las fundas de pegamento. No necesitamos ir lejos para ver la miseria ante nuestras puertas: con la barriga llena -luego de la cena, y un cigarrillo en la mano, observamos a través de las ventanas a grupos de mendigos buscando refugio bajo los puentes, los portales de las iglesias, sobre las gradas de los ostentosos edificios gubernamentales. Nos hemos acostumbrado a creer que estas imágenes pertenecen al paisaje de nuestras postales. En una oficina de viajes en Hong kong cuelga un afiche sobre el que se observa a una niña y su hermano menor en hombros, sujeto con una fachalina; los dos la cara sucia, despeinados y la misteriosa belleza de un volcán en erupción como fondo. El logo dice: ¡Visite Ecuador! La miseria es turismo, y el turismo trae divisas a una nación de mendigos sobre minas de oro. ¿Será por ello que nuestros gobernantes se esfuerzan en denigrarnos cada vez más? ¿No le remuerde esto, señor Palacio, en algún lugar de su corazón? ¿Qué dirá el nariz de tiza y su compadre el felino, junto a todos los dinosaurios rex de nuestro bosque fosilizado? Si tuvieran vergüenza, deberían elegir el exilio y no volver porque la lapidación les espera.

Aquellos que ya fueron elegidos para servir, si aman nuestro país, como pregonan en sus discursos, al ver la estado en que lo han convertido, deben alejarse del tablero político, a fin de permitir que otras generaciones asuman las tareas en las que ellos han fracasado; aunque deben estar dispuestos a colaborar cuando la nueva gente lo requiera, de acuerdo a sus capacidades y en las áreas de su especialización. Se trata de arrimar el hombro, no de dividirnos o de cerrar los espacios a otra gente.

Vaya al campo, señor Palacio, sin guardia de seguridad y sin alardes de grandeza, compruebe lo que en su clínica de ricos apenas se sospecha: la desnutrición, la desesperanza no es un capitulo más en los libros. Pueblos enteros carecen de alcantarillado, agua potable; véalos lavar sus ropas en las acequias que cruzan sus callejuelas, en las que cuadras más arriba bebe y hace sus necesidades el ganado. Preste atención a los que sufren las consecuencias de las fumigaciones en los bordes fronterizos con Colombia, observe sus pieles supurando, llenas de granos y con inexplicables enfermedades. Comunidades enteras han debido emigrar a la ciudad para pedir migajas de los grandes banquetes que se reparten en Carondelet. Vaya a Chimbo, a los pasajes abandonados de Biblián, de Loja, a los suburbios de Guayaquil y las nuevas urbanizaciones en las afueras de Machala, en donde te matan por un peso, no es una canción. ¿Disfruta sus comidas con estas escenas? ¡Qué descaro el de los forajidos, cuando botan a Gutiérrez y a cualquier gobierno de turno, porque de a poco no pueden darse el lujo de tener a sus hijos en colegios o universidades privadas, porque el jamón o la mermelada comienzan a escasear en sus desayunos, o no les alcanza para pagar las cuotas de sus autos nuevos!

Cualquier intento de transformación está destinado al fracaso, en tanto no se base en los principios de la solidaridad y pensemos más bien desde la capacidad de nuestros bolsillos. Los de a pie aún no han despertado. Necesitamos topar fondo y presiento que tal momento está muy cerca. No cerréis los ojos ante la miseria, gritaba Temistocles a los que más tenían, aunque eran pocos, cuando hordas de desamparados -venidos de las islas- invadieron las calles y se arrojaban a los basureros buscando desperdicios para llenar sus estómagos, durante los años de guerra contra los persas por el dominio del Peleponeso. Yo rezo y lucho porque llegue ese momento, aunque me llena –también- de terror pensar en sus consecuencias. Por ello, señor Palacio, piense que en tiempos como éstos se requiere de desprendimientos personales a fin de encontrar una salida. Atrévase a ingresar en la lista de personajes que transformaron nuestra nación, no en el museo de sátrapas que se alimentan con carne humana y no conocen la paz espiritual siquiera para morir tranquilos, sino que desde sus castillos siguen vomitando excrementos y contaminando el ambiente. La gloria de los grandes hombres fue la humildad. ¿Quién no quisiera ser presidente, ministro, diputado, simple ciudadano de un país donde hay trabajo, se cumplen las leyes; con calles limpias, ordenadas, gentes satisfechas y los mejores augurios para el futuro? Salga a la calle y atrévase a sentir lo que su binomio afirmaba con terquedad: las encuestas de carne y hueso; pruebe como le va sin guardaespaldas; el que nada debe, nada teme. Dialogue con gente nueva y preparada, en vez de discurrir el tiempo en discusiones estériles con torpes asesores: saad herrería, castillo, donoso: más frustrados que ellos, ¡quiénes! Crecerá en figura, en genio de estadista.

No hay mandato más supremo que la decisión del pueblo; sólo la constitución está por encima suyo; mas nosotros somos sus impulsores. Ponga su cargo a disposición de la ciudadanía convocando a una consulta para averiguar si estamos a no de acuerdo con su gobierno y con el congreso nacional; si la respuesta es negativa, que es lo más probable, pida que se le deje permanecer en el gobierno hasta el 15 de Enero del 2007, disolver el cuerpo legislativo, tan pronto como se obtengan los resultados, a fin de poder realizar usted -en un plazo no menor de 90 días- a partir del último día de la consulta las reformas a la constitución, la reorganización de los tribunales de justicia*, del tribunal constitucional, la enmienda de la ley de elecciones, la designación del fiscal del estado y del controlador, la reorganización de las fuerzas armadas. El pueblo contestará -de nuevo- lo que usted y sus amigos no escucharon el 20 de abril: ¡que se vayan todos! De esta manera, por voluntad soberana, tendrá manos libres para actuar con justicia: escribirá en los libros su propia historia y entrará en ella por la puerta grande, no por la cochera, ni serruchando el piso a su binomio, como fue su caso. Y luego…luego retirarse a casa, igual que Grant, quien bebía dos vasos diarios de vino y jugaba con sus nietos debajo de las mesas.

¿Para qué tanto barullo y nubes de polvo que traen desconfianza y retrazo al país? Un cambio de presidente viene en camino, no intente usted prolongar su mandato con el pretexto de dejar concluida su obra: reformar la constitución a manos de gentes desconocidas, aunque asesoradas por los mismos grupos tradicionales de poder. Usted sabe que las asambleas populares resultaron un fracaso justo por ello: asomaron rostros nuevos allí como simples ciudadanos, tímidos y deseosos de contribuir; mas conforme transcurrieron los debates, se fueron apoderando y transformando el espíritu de tales sesiones, hasta volcarlas en favor de sus padrinos. Y a estos carretilleros, sacapintas y ponealfombras, que nadie los ha denominado, sino sus jefes, se ha arrimado, señor Palacio; por ello, en el supuesto de que usted -necio, testarudo, como su cliente del cortijo-, le apueste por la asamblea constituyente, ésta será a la medida de sus promotores. No se necesita embarcarnos en una aventura de tal tamaño, ni derrochar de manera infame dineros públicos con spots publicitarios para confundirnos. ¿Cuántas constituciones más vamos a redactar y luego hacer caso omiso de ellas? Usted no entrará en la historia por habernos dado una nueva la carta magna, pues el próximo gobierno buscará igual la suya; sino, piense en su amigo el cinturita mágica.

Ahora se discute sobre quiénes serán los miembros de aquella asamblea. ¿Quién los va a elegir? ¿Quiénes la integrarán? ¿Esos pescadores de río revuelto que pedían su cabeza en las afueras de CIESPAL la noche abril, que en cuanto se enteraron de su huida, se marcharon a casa a alistar sus carpetas para visitarle a usted al día siguiente con el pretexto de manifestarle su apoyo? ¿Qué podemos esperar de ellos? Nada que no sea lo mismo de siempre. ¿Ha olvidado que la última asamblea constituyente fue manipulada y hecha la medida de los intereses de los mayores partidos políticos? ¿Qué evitará que ello suceda de nuevo? En esta guerra de clanes, de mafias familiares, como en el Chicago de Al Capone, el único perdedor es nuestro país.

Aquellos fetos engendrados en la oscuridad, tienen nombres. Es obra suya e irresponsabilidad nuestra este sistema de caos y vandalismo, en el que hemos sumergido a la nación. La AGD, por ejemplo. El vellocino de oro creado por estos argonautas andinos que asumió todas las deudas de los bancos quebrados, cuyos accionistas, receptores de los créditos vinculados, abogados, directores de sucursales, superintendentes, son los mismos que están en el gobierno del cardiólogo (y en la nueva corte suprema). Los dineros robados al pueblo fueron transferidos a bancos extranjeros y hoy se invierten de nuevo aquí -a través de sus aliadas las transnacionales- en negocios de alto rendimiento, porque el estado siempre paga los precios que ellos imponen: (hoy se hace el contrato con un precio, a mitad del trabajo se duplica arbitrariamente su valor, so pena de dejar inconclusa la obra. Botón de muestra: el nuevo puente alternativo de Guayaquil, se firmó por 80 millones, hoy cuesta ¡170!). En qué cárcel duermen los causantes, cómplices y encubridores del mayor atraco a nuestros bolsillos, de este delito de lesa humanidad, sino es rugiendo en el parlamento, escribiendo enciclopedias sin trascendencia, contando rondas de cachos, comiendo guata-tallarín, de congresistas, de ministros, de gerentes de las mayores empresas estatales, de nuevos ministros jueces del CSJ gracias a la poca memoria del pueblo ¿No es la actual constitución también su engendro? ¿Y la ley de elecciones, según la cual, los ciudadanos debemos pagar la campaña electoral de los partidos políticos? ¡Qué descaro! ¿Quiénes serán los asambleístas, si la mayoría de grupos sociales no se sienten representados por ellos?



*Al depurar estas líneas se acaba de formar otra pichi corte. Como el ave Fénix, ésta vuelve a renacer del estiércol de la corte anterior. ¿Se arriesgarán a consultarnos al pueblo si estamos o no de acuerdo con ella? Basta saber que su nuevo presidente está (los medios dicen: estuvo, como si eso fuera hace siglos) muy cerca a la ID y la DP, para saber que algo huele mal. Su elección fue producto de amarres detrás de cortinas muchos días atrás, como la misma corte; por ello, él tuvo la imprudencia –una vez ‘elegido’- de sacar de su chaqueta el discurso de rigor. ¡Cómo, si se suponía que recién aquella tarde se iba a elegir tal dignidad de entre los nuevos magistrados! Con la venia internacional, volvieron a la CSJ los partidos tradicionales. Revisemos la hoja de vida de los actuales jueces para saber de dónde vienen y quién los recomendó; pero sobre todo, qué casos trataron y cuáles fueron sus fallos en temas trascendentales para la colectividad. Y Palacio les da su bendición. ¡Como no, para eso fue puesto él allí! El atraco está consumado. Son los mismos nombres que yo leí y escucho desde hace treinta y cinco años. Allí no hay más que dos mujeres (y ello para evitar que los grupos feministas protesten), no hay negros, no hay indios, no hay rostros ni gente joven. ¡Y yo que estaba convencido que Jurasy Park, es sólo un nombre de película! ¿Les daremos el beneficio de la duda, cuando prometen no volver a mezclar la política con el ejercicio de sus funciones, como tampoco a dejar influenciar sus fallos con intereses ajenos a los de la justicia? No hay en ellos un acto de humildad, sino -otra vez- de pedantería pura, cuando les escucho decir que no es necesario consultar al pueblo si está o no de acuerdo con su elección, porque Palacio, los observadores internacionales y, sobre todo, el imperio dieron su aval. Qué perogrullada es ésta, qué golpe bajo a la ciudadanía, cuando se ignora nuestra voz. ¿Es que estamos pintados, apenas? ¿Por qué no se posesionaron ante el pueblo, en el estadio Atahualpa, por ejemplo, y no frente un grupo de invitados y observadores internacionales, con el cuerpo diplomático del imperio en primera fila?


No estamos de estamos de acuerdo la manera cómo se ha trabajado para la reorganización de la corte, pero si quieren legitimarla, para evitar bocinazos a futuro frente al edificio judicial, que se nos consulte al menos. Añada, señor Palacio, esta pregunta, a la consulta. ¡Qué desfachatez, qué falta de dignidad –como país- cuando dejamos que los gringos aprueben la nueva corte! Es decir, quienes apoyaron la destrucción de la anterior, ¡hoy aplauden la recién elegida! ¡Y exigen, inclusive, que se nombre controlador, fiscal de la nación! Dios, dame energía para resistir y no olvidar.

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