Los países europeos nos dieron y dan ejemplos de convivencia democrática. En Austria, hace siete años, se desató el pavor: el Partido Liberal, de tendencia neofascista, tras las elecciones legislativas, se convirtió en la tercera fuerza política del país y entró a formar parte del gobierno con democristianos, social demócratas e independientes. Los temores de muchos era que la tendencia de la población hacia la extrema derecha fuera cada vez más acentuada; no siquiera con una ideología de corte neoliberal, basada en la libre empresa, derechos ciudadanos y una ingerencia mínima del estado, a manera de un gran supervisor. No, los temores eran el retroceder a etapas que se creían superadas, como el discriminación racial.
La comunidad europea lanzó sus advertencias de reconsiderar el ingreso de Austria como miembro formal; mas al enterarse de dicha coalición en el gobierno, hizo un llamado a prepararse para un boicot de relaciones diplomáticas e impuso sanciones económicas; sin embargo, el partido liberal fue elegido de manera democrática en las urnas, representaba el 27.2% del total de los votos y aquello no se podía ignorar; lo cual fue respetado por los demás partidos y debieron preparar el camino para generar consensos y unirse frente a gran objetivo: sacar a Austria de su crisis económica.
Los cambios son necesarios para la continuidad de la vida. La renovación de gente debe traer consigo también la renovación de ideas, de propuestas, de cara a un objetivo común, que consta en los principios de cualquier ideología: el bienestar de sus habitantes.
Mas, en nuestro país, el margen para lograr consensos, de cara a la segunda vuelta, es muy limitada, debido -en parte- a la incapacidad de los dos candidatos para elaborar un discurso conciliador, libre de fanatismos ideológicos, religiosos y vanidades personales, que refleje no solo los intereses de una clase media, muy preocupada por mantener su estatus actual, sino también que llegue al resto de grupos sociales, que los entusiasme y los anime con propuestas concretas, como compartir por igual los beneficios económicos que genera el estado, y cuyas carteras han sido administradas de a cuerdo a los intereses y visión de las clases dominantes.
Rafael Correa promueve una regeneración de los estatutos gubernamentales, harto desprestigiados desde que los militares –en 1979- entregaron el poder a manos civiles. Llevado por sus ideas radicales, nos oferta una constituyente, como si su sola mención fuera un remedio para la totalidad de nuestros males -provocados por una falsa interpretación de la democracia, mañas y juegos traducidos en el arte de engañar a su gente y de apoderarse de los bienes públicos. Aquí no hay soluciones pragmáticas, hay ofertas –apenas- de transformar nuestra sociedad, –convertida hoy en un asqueroso botadero moral- en un paraíso, partiendo de valores éticos y amenazas a los sectores tradicionales que no entendieron o , lo que es peor, ignoran el mandato de quienes les eligieron.
Correa nos ofrece un gobierno sin alianzas con los partidos políticos que fueron elegidos en las urnas, y es como imaginar que tras su ropaje de humilde profesor en universidad de ricos, se esconde el personaje de nuestros cómix infantiles que tanto se empeñan en resaltar los miembros de su partido durante la campaña. -“Dicen que me parezco a supermán”-, confesó muy alegre hace algún tiempo en una entrevista. Durante el encuentro de presidenciables en Guayaquil, conducido por Openheimer, nos dijo que medía 181 cm.; mientras que en una radio se atrevió a confiarnos que calzaba 44. Si sus vanidades personales no fueran tan desmesuradas –como las del otro candidato-, de llegar a la presidencia, puedo fácilmente imaginar que en su primera crisis de gobierno, él desaparece flash tras una cabina de teléfonos, cambia su atuendo de simple ciudadano por el de supermán criollo y asoma de nuevo en Carondelet, listo para cambiar los destinos de la nación; sólo que Clark Kent o su doble le teme a algo, cuya energía lo inutiliza por completo. Y la criptonita de Correa será justamente su doble discurso.
Allí comienzan los errores y allí radica también su debilidad. En alguna parte de nuestras vidas hay un zoológico, con las imágenes -momificadas y mal olientes- de los ex gobernantes tras un cristal, cuyas promesas jamás cumplieron, o –lo que es usual en tales especimenes- hicieron justo lo contrario.
Cuando fue ministro de economía del actual gobierno, se le ocurrió confesar a los medios que la embajadora del imperio tuvo la gentileza de visitarle al siguiente día de su posesión para conversar de futbol, ¡pues ella es hincha de la liga y él del emelec! Cuando bien sabemos que cada palabra o movimiento de la embajada responde a un objetivo concreto, y es el de salvaguardar los intereses de sus negocios en nuestro país. Después de visitar ella al cardiólogo en Carondelet, no estaba por demás advertirle también al improvisado ministro de economía que sus días en el paraíso dependerán justamente de cuanto ellos lo necesiten.
Mientras que para el ciudadano común el nacimiento político de Correa empezó la tarde de su investidura para dicha cartera, éste personaje ya estaba (y está) bien codificado en los archivos del imperio por su estrecha vinculación con los grupos sociales que, luego de la farsa del 21 de enero del 2000, impulsaron la candidatura de Gutiérrez a la presidencia, para después –con el mismo entusiasmo- echar al coronel de su sillón, con la venia del imperio y el apoyo de los mismos grupos económicos.
La ciudadanía luce indiferente ante la farándula electoral. Perece poco inclinada a analizar las propuestas, con el fin de hacer un balance racional para decidir su voto, y que se dejara llevar por el brillo apenas de los candidatos, los detalles, como la apariencia personal, el que grita más, el provocador, el que ofrece lo imposible. Y no es así; la ciudadanía busca en el fondo de su corazón tranquilidad para desarrollar sus actividades, menos circo, menos confrontación, seguridad ciudadana; busca signos, códigos de comportamiento diferentes; no el mismo show de los últimos años, personificado hoy por Correa y Noboa en la segunda vuelta electoral. Y aunque le acusemos con frecuencia de tener una baja capacidad de memoria, no olvida. Con su voto castiga a unos, mientras permite el nacimiento de otros; mas éstos últimos, de ninguna manera pueden confiarse demasiado: ellos deben saber que en la mayoría de los casos son simples instrumentos de venganza electoral.
Pocos sabrán que el ex ministro fue asesor económico de Palacio, cuando este fue vicepresidente; que Fausto Cordovez, el ex ministro de energía, (cuyo efímero paso por el gobierno le sirvió para cancelar los US$ 130.000 que debía al estado) es su mejor amigo desde que Gutiérrez dio sus primeros pasos en el arte de engatusar a la gente; que fue un estrecho colaborador durante las elecciones pasadas a favor del ex militar y que la cúpula de sociedad patriótica trató de mantenerlo lo más lejos posible del poder, porque siempre quiso robarles las fiesta -y hasta el circo. Asesor económico de Palacio, mientras éste fue vicepresidente y desde allí, fue uno de los tantos que serrucharon el piso al cachetón, para lograr su caída, la misma que los sacó –a los dos- de la oscuridad y del anonimato a las aguas torrentosas de la política. Correa nació y creció bajo la sombra del militar, de ahí que Noboa lo llame coronel.
Es responsable, por tanto, de que Palacio esté en el gobierno. Lo mismo que Noboa, quien días previos del asalto al poder, abandonó al militar, igual naranjas, socialistas, pachakutik, social cristianos, MPD; no sin antes repartirse las instituciones del estado, como la justicia, el colegiado electoral, el TC…los contratos petroleros (antes de despojar a Oxi de sus campos). Nada ignora el simple ciudadano; y por ello, el gran vencedor de estas elecciones es, sin dudas, Lucio Gutiérrez. Fue un correazo –doloroso, por cierto, contra todos aquellos que propiciaron su caída.
Los partidos tradicionales del país, entre ellos los forajidos, sabían que de permitirle terciar en las elecciones al coronel, éste volvería a ganar; por lo que hasta última hora se le negó -inclusive a su hermano- inscribirse como candidato, y cuya lista fue habilitada 22 días previo a las elecciones, movidos más por cálculos políticos, que por el apego a la ley de elecciones: incrementar el grado de incertidumbre entre los electores, para tranzar después con los finalistas. Tales grupos no se dieron cuenta de que a nuestra gente le agrada la imagen del sufridor, del mártir. El ex militar jugó bien su papel: salió como un delincuente, durante el exilio mostraba su arrepentimiento y su “amor” por el país, vino en avión fletado con su bolsillo (en 25 meses de gobierno hizo suficiente dinero), se entregó a la justicia, pasó en una prisión alfombrada, con los micrófonos y las cámaras de los medios a su disposición, (no como quien roba -por hambre- la tienda de la esquina, sino como quien asalta un país con la majestad del gobierno) y luego de algunos careos salió libre. No en vano las telenovelas mejicanas son –en efecto- las que tienen mayor ratting de sintonía. Así, esa serie titulada “El dictócrata y los cuarenta ladrones”, fue un tiro por la culata en contra de quienes apostaron a terminar con él.
Las elecciones despegaron y Correa subió como la espuma en un vaso de cerveza, gracias –entre muchas causas- a la gente que estuvo y está detrás de su candidatura y que descodificaron a tiempo los movimientos en falso de los otros partidos. El dinero –entonces- comenzó a fluir a raudales, como en aquellos negocios que prometen ser rentables en extremo, y lo que no se invirtió en diputaciones, fue de lleno a la candidatura presidencial. Las ciudades comenzaron a inundarse con jovencitos (a) portando camisetas, banderines, quemados bajo el sol, llenos de polvo, o respirando el humo de los carros en las avenidas, por 6 dólares diarios.
Si Correa afirma no representar sino al pueblo, preguntemos ¿quiénes están detrás de su candidatura. Qué grupos poderosos, con intereses desmesurados, financian su movimiento? Ya los medios han informado que su partido sobrepasó la suma establecida como tope para publicidad, igual Noboa; sólo que de él sabemos bien que es el lobo y no como el otro que anda vestido de cordero. En el negocio de la política ellos nunca pierden. Imaginemos un simple ejemplo: la banca privada gana US$ 80 millones mensuales por servicios (mantenimiento de cuentas, uso de cajeros, chequeras, etc): basta entregar 10 millones a una candidatura, como grasa para que se mueva el aparato de la campaña electoral, a cambio de que nada se toque en los negocios turbios de la bancocracia, que no se bajen los intereses en los préstamos, que no se transparenten las cuentas de tales instituciones, que no se altere la superintendecia de bancos ni sus estatutos bancarios…Además, ¿qué significan diez millones de dólares en inversión frente a los 960 de ganancia anual, con tendencia al alza?
Techo de gasto electoral significa, ¡dinero que será devuelto por el estado a los partidos políticos después de las elecciones! Dineros del petróleo, de nuestros impuestos que tan afanosamente el SRI se encarga de recaudar, de las ganancias de empresas estatales, como Andinatel. Los candidatos nunca pierden. Noboa le apuesta a la presidencia y sabe bien que, al ganar, su equipo de diputados en el congreso será una aplanadora en el congreso para aprobar leyes en favor de sus negocios, o que no se aplique la ley de elecciones, así de sencillo. En cuanto a la suma gastada en la campaña, bastará adquirir un contrato para asfaltar un tramo de carretera en nuestra polvorosa geografía con una de sus empresas, o subir 1 centavo en el kilo de harina, o bajar el 0.1 punto del IVA para recuperar con intereses dicha suma.
¿Es que no tenemos opción? Así han trazado el camino las fuerzas económicas que están detrás de los actuales candidatos. Cuando uno de ellos sube en la puntuación de preferencias, sus auspiciantes sonríen; si baja, también sonríen, pues ello no afectará a sus carteras. Son grandes negocios en juego como para ahorrar en detalles. Es la lucha entre banqueros (Correa) y empresarios (Noboa) por apoderarse de los bienes públicos a través de inversiones; son los conflictos entre importadores por crecer sus negocios; pero también es el tiempo de las alianzas estratégicas frente a un negocio –caído del cielo- de por medio: los campos que fueron de la Oxi, la expansión de capitales –generados aquí con el trabajo honrado de nosotros- al extranjero por medio de las transnacionales y su retorno a manera de deuda externa y de capitales de inversión. Aquí no hay espacio para sentimentalismos. El hambre o la miseria son frases que caben muy bien en boca de los candidatos; es el alimento con el que mantienen su ratting de sintonía los carroñeros Paco Velasco o Carlos Vera: representantes ambos de los extremos ideológicos, y culpables también de la actual situación. Igual nosotros, por la apatía e indiferencia asumida frente al origen y desarrollo de tales monstruos con sus obras.
Aquí no hay patriotismo, lo sabemos bien. Nadie abandona su trabajo para ir a quemarse bajo el sol todo el día, sin agua, sin comida; motivados apenas porque su líder les promete una constituyente. Los que rodean al candidato, los asesores y ponealfombras no tienen inconvenientes en abandonar un tiempo sus empresas; total, cuando lleguen al gobierno harán estupendos negocios: hoy están invirtiendo. Para los zanqueros, los cantantes, los grupos musicales, las imprentas, los vendedores de comidas, los fabricantes de camisetas: se les adelantó la época navideña; y lo malo es que ello se repite una vez cada cuatro años.
Multipliquemos 6 dólares -que cada miembro del partido recibe cuando sale a trabajar por sus candidatos- por mil y obtendremos US$ 60.000, y esta suma volvamos a multiplicar por los días que duró la primera vuelta: 45 y dará como resultado US$ 2’700.000. sólo en personal; lo cual no cuenta –por cierto- para los registros del gasto electoral. Igual los cientos de pancartas gigantes en toda la extensión del país, cuyos precios oscilan entre 250 y 400 dólares, los afiches, los cartelones, los papeles volantes, las tarjetas, las camisetas que se regala (cada una cuesta US$ 2), los bailes, las concentraciones, los gastos para movilizaciones de gran cantidad de incondicionales alrededor de los dos finalistas y tendremos que sus campañas bordean hasta hoy, de acuerdo a cálculos modestos, los 10 millones.
Y no debemos ignorar que los medios de comunicación sub facturan los precios de sus servicios por varios motivos, entre ellos: 1.- Para evitar declarar las cifras reales y por tanto evadir el pago de impuestos al SRI. 2.- Porque pertenecen justo a quienes están tras los candidatos y por ello, alientan sin escrúpulos durante sus emisiones a quienes representan. ECUAVISA, por ejemplo, radio la luna declaran abiertamente sus preferencias por Correa. Gamavisión por Noboa.
No olvidemos a Fidel Egas, y ¿quién es este misterioso personaje que ha pasado a ser un ilusionista profesional en nuestro tablado de marionetas? Pues nada menos que el dueño del banco del Pichincha, de las aseguradoras que el estado contrata para sus instalaciones petroleras, el feliz poseedor del 20% de bonos de la deuda del estado con los organismos financieros internacionales. Tras los candidatos figuran igual otras especies exóticas, como los hermanos Patiño. El ex ministro apoya –se entiende con dinero- a Correa y el otro (ex también de cualquier portafolio de la nación) lo hizo a Roldos y hoy está con Noboa: son ratas de cloaca que le apuestan a cualquier candidato con opciones de triunfo –sin importar ideología o tendencia- para multiplicar luego, cualquiera sea el elegido- sus inversiones a través de vigorosos contratos con el país y sus empresas. Basta mirar las fotos en las sociales de revistas como Vistazo, Fucsia, Cosas,…para saber quienes están por tal o cual líder descartadle y reciclable, como los desperdicios en los tachos de basura inorgánica. Otros son más invisibles aún, como los hilos de la marioneta agitándose en las sombras, o los peces diminutos que guían al tiburón a su presa.
Correa es, por tanto, otro prisionero de las viejas estructuras de poder. Educó y volverá a educar a los hijos de los cuervos que hoy nos sacan los ojos, en la misma universidad que para el resto de mortales es inalcanzable. Aunque de origen humilde, se esforzó por parecerse a ellos, hizo suficientes méritos para ser admitido en ese círculo y hoy está a un paso de graduarse como presidente de nuestra banana republic.
De Noboa no hay nada que no sepamos y que él no lo resalte a cada paso: “Yo gasto mi dinero”, nos estampa en la cara cuando se le recuerda las cifras desmesuradas en sus tres campañas presidenciales. Conocemos bien su origen familiar y la multiplicidad de sus negocios y, aunque aparenta estar solo, sabemos también quienes están detrás suyo: los dueños de Gamavisión, de TC televisión; los Isaías, ex dueños de Filanbanco. Los importadores (defensores del TLC con EE.UU.) almuerzan en la industrial molinera, los empresarios de la construcción, los dueños de las fábricas de cemento, de las ensambladoras de buses...en cada mitin afirma ser un enviado de dios; mientras su contrincante camina de rodillas por las iglesias, comiendo ostias como si fuera pan, visita a la embajadora del imperio (el feroz enemigo del norte pidiendo la bendición de su emisario para ser presidente), abraza a socialcristianos y social demócratas, (los mayores causantes de nuestra desgracia, los sátrapas de la nación), se entristece y besa a los niños pobres de la calle; aunque después, como Alan García en Perú y su maestro, Haya de la Torre -hace medio siglo-, tenga que lavarse las manos con alcohol. ¡Vaya camaleón! La teoría de Darwin sobre la evolución de las especies se queda sin fundamento con este raro ejemplar. La oveja descarriada vuelve a su pastor. Su ambición, su vanidad por el poder, lo llevan a perder su identidad.
Una nueva camada de tiranosaurios rex ha surgido en nuestros bosques tropicales, los mismos que junto a Gutiérrez: son una especie de depredadores, seres enfermizos que se mueven en la oscuridad, alimentándose con carroña, y a quienes basta una gota de luz para salir a la superficie a destruir cuanto hallan a su paso.
* puesto en la red el 8 de noviembre del 2006
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