Martes, 30 de enero de 2007, a las cinco de la mañana llegan cinco buses a la comunidad indígena de Tocagón, cerca de Otavalo. Entre tinieblas los habitantes se reúnen en la plaza central, un campo lleno de matorrales, animales sueltos y charcos de lodo. Las bocinas ordenan apresurarse. Uno a uno va llegando al lugar, se acercan al dirigente para decir su nombre e ingresan de inmediato a los buses. No falta ninguno en la lista para este día. Son llevados en manada –igual que los animales al matadero- a Quito, con una misión: marcharán por las calles gritando su apoyo al presidente Correa, (entre ellos le dicen mushuk Pachatukik, en honor al último emperador del Tahuantinsuyu. Otros le dicen: jatun Amu, -gran amo-, mishu Apu -jefe mestizo-. Taita Mishi -papá gato-. Los mismos calificativos que otorgaron a Gutiérrez cuando éste proclamó el triunvirato, hace exactamente 7 años). A cambio recibirán una coca cola con dos panes de desayuno (la comida usual entre ellos), al medio día un almuerzo, cinco dólares en efectivo al final del las protestas y antes de embarcarse de regreso tendrán dos horas libres para recorrer la ciudad. El dinero para muchos será el único para toda la semana, y por ello les conviene llevar a toda la familia, pues ello representa algunos días de comida. Allí van los ancianos de ambos sexos, mujeres con niños (es lo más recomendable para sensibilizar a los citadinos, a los medios y así ablandar a los elementos de la fuerza pública), muchachos que no saben leer o escribir, sin dientes, raquíticos, las pieles quemadas por el sol; hombres con aliento a alcohol y por tanto embravecidos con…no saben contra quien….ah, esos mestizos…ah esos ricos…ah esos mishus. Constituyente, caraju, abaju el congresu. Sus dirigentes tomarán muy en cuenta su comportamiento durante la marcha, cada uno de sus pasos serán vigilados.
La comunidad es el centro de la vida entre ellos. Están unidos por la sangre, por sus ponchos, sus trenzas, el idioma; pero, sobre todo, por la miseria, que es su madre y padre. Les une también el hambre, no la luz de un amanecer diferente al de este día. Ellos deben ir, no tienen otra opción. De lo contrario, sus propios hermanos les contarán la luz eléctrica, les negarán el agua para sus animales o sembríos, cerrarán los tubos de agua potable; serán, lo que es más terrible, considerados wayrapamushkas (traidos del viento) y pueden ser apedreados por la comunidad, los objetos de las casas desaparecen, sus dueños son acosados hasta que, o bien se arrepienten, piden perdón a los dirigentes para integrarse a la comunidad o deciden marcharse del pueblo para ir a mendigar en las ciudades.
Esta es la realidad de las comunidades indígenas, señor Correa, esto no es invento, como su propuesta de cambiar nuestro país. Usted que estudió en colegio de ricos y fue a hacer sus prácticas de catecismo -una costumbre medieval de los jesuitas- en las comunidades indígenas, que no fue a dormir bajo esas chozas de tierra negra y paja, perdidas entre la neblina y el viento helado de las montañas, sino en la casa parroquial, con la mesa servida y los platos lavados por indígenas. ¿Qué aprendió de ellos, sino fue su ingenuidad, sus temores milenarios ante el poder, la mansedumbre con que cumplen una orden?
Usted les ofrecer duplicar el bono de la pobreza, de quince a treinta dólares, a cambio de demostrar su fuerza de organización en las calles gritando su nombre y defendiendo sus planes de gobierno. ¿No es corrupción? ¿Despotismo? Una acción miserable, ruin, por decir lo menos, desde el mandato que le confió la ciudadanía. No es la demostración del «descontento popular», es el uso vil de dineros públicos para –aprovechándose de la miseria- intentar romper el equilibrio de fuerzas, en vez de usar el genio y la figura del estadista que busca perpetuar en los libros como una antorcha que ilumina a las naves en el puerto y no como un capítulo vergonzoso que nos duele recordar.
Usted les ofrece la repartición de tierras ociosas y baldías, a cambio de apoyo a sus propuestas de gobierno. Le recuerdo a su espíritu de conquistador que la tan mentada reforma agraria de los años sesenta no sirvió de nada porque no vino acompañada de un mega proyecto de producción, traducido en ayuda al agricultor con tecnología moderna, maquinaria, créditos a bajos intereses, incentivos, salvaguardias y sobre todo, comercialización, búsqueda de nuevos mercados. Por ello, en cuanto recibieron sus certificados de propiedad, muchos vendieron los terrenos y se marcharon a la ciudad. A los campesinos los ve hoy en las calles pidiendo limosna, cargando en los mercados, o suplicando «navidad» a los costados de las carreteras.
Son las cinco de la tarde. Estoy en el barrio comité del pueblo. Los indígenas se han tomado prácticamente la calle central: entran a las tiendas, compran pan, piden refrescos, entran a los restorantes y ordenan cuartos de pollo. Pero no están todos, son apenas la mitad: los otros recibieron la orden de rodear el congreso nacional apara evitar que los diputados sesionen, y allí deben dormir haciendo guardia. Los demás caminan por estas calles con sus funditas de salchi-papas, con helados. Una voz ordena subir a los buses. Son cinco de la compañía Otavalo. Vinieron hasta acá para evitar a los medios con sus preguntas maliciosas. El país mismo es una hoguera.
Mañana vendrá el resto de la comunidad a conocer Quito. A reemplazar a los que hoy noche gritarán: ¡viva Correa, constituyente ahora, caraju! Mientras éste asomará en las cámaras para decir que lo sucedido en este día “fue una demostración del pueblo organizado contra los mismos de siempre”. Y el carroñero Velasco, desde radio la luna gritará: ¡apoyemos a nuestros hermanos indígenas, puta mieeerrda, que nos dan lecciones de amorr a la patrria. Qué besstia!”
Ps. Las comunidades de Cotopaxi, Chimborazo, de la amazonía se aprestan a tomarse las ciudades en respaldo "de su presidente". Los agricultores de la costa lo harán también, a cambio se les extenderá el plazo a diez años para pagar sus obligaciones con el banco de Fomento; a muchos se les ofrece perdonarles sus deudas; todos recibirán nuevos créditos productivos. Vivimos en democracia, todos tenemos derecho a "conocer" Quito.
Ps. (nada de partido socialista) En Guayaquil, Quito, Cuenca, y otras ciudades, dicen los medios identificados con el gobierno, que miles de manifestantes se han tomado las calles. ¿Qué se les ofreció? “Es la manifestación espontánea de un pueblo cansado de lo mismo”, grita Correa; mas sabemos que todos los que se inscribieron para su plan de vivienda popular deben expresar su respaldo en las calles. Ojala les dé las casitas de 6x6m2.
Ps. El congreso decidió subirse los sueldos. Dejémonos de huevear y vamos todos a la constituyente, gritan los diputados. No podemos quedarnos al margen del pastel, digo de la historia.
Ps. La Iglesia anuncia en los medios su respaldo a la constituyente. (¿Qué se les ofreció a cambio) Si no puedes vencerles, únete a ellos. Y así ganamos todos. Aunque el déficit fiscal es de 850 millones de dólares hasta éste día, más 450 en obligaciones. Ahora si amén
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